Qué suerte que hemos venido!- 23/06/1988.
Carpa del Pueblo Español- Barcelona- España.
Jordi Jané /Diari Avui.
Estrenado en Tárrega en 1994 y Mención Especial en Cornellá 1996 "por su capacidad de integración de las vanguardias artísticas en el mundo del payaso", Rapsodia in Clown recupera números clásicos de los excéntricos musicales desde una gratificante visión contemporánea. Es un espectáculo que, como el buen vino, ha ido ganando con el tiempo: cada vez que lo he visto me ha parecido nuevo y a la vez más aterciopelado, con los aromas redondeados pero conservando el vigor joven de cuando era mosto. Después de participar en la Fiesta del Circo de este año, se ha dejado ver en sesión única en el Pueblo Español antes de emprender una gira que lo llevará a Glastonbury, Polonia, Fellbach (dónde representará a Cataluña en el Festival der Regionen), Ax-les-Thermes y Saint Lô, para acabar residiendo, de octubre a abril 99, en la bombonera del teatro-cabaret Zinzanni de Seattle. La compañía Marceline i Sylvestre ha cambiado de nombre al incorporar al gran fichaje que es Zaza. Fundador del Cirque Bidon, Zaza es músico, funambulista y como los mismos Marceline y Sylvestre - payaso excéntrico. Cada uno de ellos ofrece un color personalísimo al trío y la conjunción de los tres potencia constantemente cada una de las individualidades. Si Marceline está casi divina como diva histérica interpretando La vie en rose antes de salir de escena levitando y si se revela ionescamente brossiana cuando debajo de un paraguas generador de lluvia, nos explica que el péndulo del tiempo hace callar al silencio, Zaza es capaz de crear un clima frágil y delicado como un hilo de cristal interpretando el tango Celos, mientras Sylvestre es el hombre de las tres piernas, una entrada clásica con la que este discípulo de Rogelio Rivel se demuestra creativo, saleroso y con una ejecución impecable. Rapsodia in Clown, basándose como se basa en un humor del surreal - en teoría asequible sólo a los adultos - tiene la virtud de que los chiquillos hagan también su propia lectura. Transcribo el comentario de una niña de unos 6 años: "Suerte que hemos venido, porque si no, no hubiéramos visto tantas cosas divertidas!" Llegar a todos los públicos no es fácil y Los Excéntricos lo consiguen gracias a unos personajes a la vez sólidos y asequibles y con una puesta en escena que no deja nada al azar y en que cada detalle está pensado para convertirse en un gag. Sin bromas: Charlie Rivel solía explicar precisamente así el secreto de su éxito. Si el sábado pasado los tres artistas arrancaban con una pieza estilo Tom Waits, obligados por los aplausos del público, ofrecieron como bis The moon of Alabama de Kurt Weill, interpretado con voz, mopa-bajo eléctrico, bandoneón y sombrilla japonesa en una demostración más de ingenio, oficio y capacidad de crear belleza a partir de las cosas más sencillas. Una joya de espectáculo, tres orfebres seductoramente artesanos.
Jordi Jané /Diari Avui